“Los discursos de odio matan”: advierten sobre el incremento de violencia contra la comunidad LGBTIQ+
En la madrugada del 6 de mayo, Justo Fernando Barrientos lanzó una bomba casera en la habitación de un hotel en Barracas para prender fuego a dos parejas de lesbianas. Producto del ataque, tres de las mujeres murieron.
No era la primera vez que las agredían: hacía un tiempo que este hombre de 67 años -junto a otras personas en el barrio- las venían hostigando y amenazando con matarlas. “Tenían miedo de salir de su habitación, de ser libres”, detalló María Rachid, integrante de la comisión directiva de la Federación Argentina LGBT, desde donde las están acompañando y asesorando. El agresor, que se autolesionó, ya fue dado de alta y quedó detenido acusado de homicidio. La investigación quedó a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 14 de CABA.
En 2023, hubo 133 crímenes de odio en la Argentina en los que la orientación sexual o la identidad de género de todas las víctimas fueron utilizadas “como pretexto discriminatorio para la vulneración de sus derechos y la violencia contra ellas”. El dato se desprende del último reporte difundido por el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT y refleja en cifras lo que se ve en la diaria: una violencia descomunal que se multiplica, que está legitimada por algunos sectores y que se puso en evidencia con este último episodio.
“Los discursos de odio matan. Matan porque no son solo opiniones, tienen consecuencias concretas en la vida de las personas”, aseguró Manu Mireles, activista no binaria y referente de la comunidad LGBT. A fines de 2023, sufrió en carne propia dos salvajes ataques en la calle por su identidad de género.
En ese sentido, sostuvo: “Repudiamos fervientemente el ataque en Barracas porque no es un hecho aislado, es algo que está pasando sistemáticamente en Argentina. Los discursos de odio concentran poder, instalan condiciones de lo posible y legitiman la violencia”.
Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina, se manifestó en la misma línea: “Los discursos de odio incitan a la violencia y generan un contexto que habilita y valida crímenes de odio. Esta violencia se exacerba cuando se reproducen prejuicios y se discrimina a las personas LGBTIQ+ por su identidad de género u orientación sexual. Esto es sumamente grave cuando esos discursos son realizados y avalados tanto por el Gobierno nacional como por referentes del oficialismo”.
Asimismo, Rachid marcó: “Lamentablemente, en espacios con poder se emiten estos discursos y empoderan a los que tienen un pensamiento discriminatorio. Hacen que se expresen con más virulencia y fuerza porque se sienten avalados, pero no es gratuito que personas allegadas al Gobierno tengan dichos discriminatorios”.
Días atrás, el biógrafo y amigo de Javier Milei, Nicolás Márquez, dijo en una entrevista radial que las personas homosexuales tienen “una conducta insana y autodestructiva”.
“Vos no leíste un libro y tomaste una decisión. Yo tampoco elegí ser heterosexual. O sea, no es una virtud personal. Yo soy heterosexual, pero no es una virtud. No es una elección personal. Pero a mí me gusta la mujer desde que tengo uso de razón. Hay conductas objetivamente sanas y conductas objetivamente insanas. Entonces, cuando el Estado promueve, incentiva y financia la homosexualidad, como lo ha hecho hasta la aparición de Javier Milei en escena, está incentivando una conducta autodestructiva”, expresó en Radio Con Vos.
Estos dichos tuvieron mucha repercusión en redes sociales, que repudiaron y cuestionaron el lugar que se le dio al autor del libro Milei, la revolución que no vieron venir.
Manuel Lozano, director de Fundación “Sí”, decidió contestarle con una cruda carta que leyó al aire de Urbana Play: “¿Somos una población con mayor tasa de suicidio? Sí, pero no porque seamos insanos, sino porque discursos como el tuyo nos enseñaron que no somos valiosos y que éramos la escoria de la sociedad. ¿Tenemos conductas autodestructivas? Puede ser, nos enseñaron que no nos merecíamos que nos quieran”.
“No te conozco, no te juzgo. Puedo intentar entenderte. Si yo que soy homosexual, que lo vivo, lo siento, alguna vez pensé igual que vos, entiendo que no puedas entenderlo. Tampoco voy a pedirte que cambies de opinión, porque no sé si es mi rol. Pero te quiero pedir empatía, amorosidad y sobre todo responsabilidad. Responsabilidad que tenemos todos los que tenemos el privilegio de tener un micrófono adelante, porque uno nunca sabe quién está escuchando”, expresó.
Según Rachid, “escuchar a una persona que tiene llegada al Presidente decir esas barbaridades avala a un sector minoritario que no estaba tan empoderado y se ve en hechos concretos como lo que pasó en Barracas”.
En ese contexto, Mireles dijo: “Los medios le dan el lugar cómodo, como si fueran válidos estos debates. Las personas trans, travestis y de la comunidad LGBTIQ+ no somos un debate de ideas ni una opinión pública, somos sujetos de derechos”.
La cofundadora de la organización Mocha Celis, además, recordó otras declaraciones desafortunadas y discriminatorias por parte de los libertarios durante la campaña, como el legislador tucumano Ricardo Bussi, quien dijo que las personas de la comunidad LGBT “son seres humanos que merecen todo nuestro respeto, como los rengos, como los ciegos, como los sordos. Son pequeños sectores de la sociedad que tienen que ser reconocidos”.
“Es siniestro. No solo es un ataque, tiene que ver con discursos de muchos tipos de violencia que se pagan directamente con nuestras vidas”, apuntó Mirales.
Qué son los crímenes de odio
De acuerdo a la definición que utiliza el Observatorio, los crímenes de odio se caracterizan por ser “cometidos con una descomunal rabia, con métodos de tortura, y en los casos de asesinato pareciera que arrancarles la vida a las víctimas no basta, sino que además, sus cuerpos quedan destrozados”.
En concreto, dice que está implicado “el ejercicio de agresión o violencia con la intención de lesionar derechos, causar daño físico y/o castigar y precisa que la motivación de la persona perpetradora es el rechazo, el desprecio o el odio hacia la orientación o identidad de género asumida de la persona lesionada”.
Al respecto, Mirales planteó: “Pretenden un efecto disciplinante en nuestras vidas, en nuestras formas de amar, en nuestros vínculos, y en un país democrático nadie debería vivir con miedo y menos miedo de expresar su identidad libremente. Hay un sistema que nos sigue haciendo creer que no somos personas válidas y que no tenemos derecho al amor”.
Y llamó a reflexionar: “Este recrudecimiento se hizo evidente y es importante combatirlo para impedir que la escalada al odio instiguen a más violencia. Todo esto ocurre en un contexto de abandono y desprotección a las personas LGBT, fundado principalmente en la desarticulación de los organismos de protección contra la violencia machista y homofóbica”.
“Nadie, en ningún lugar, debería ser víctima de un crimen por amar libremente y por vivir de acuerdo con su identidad de género. Todos tenemos derecho a vivir libres de violencia y de discriminación”, cerró Belski.