Descubrieron que una guerrera de hace mil años era intersexo
En el extracto del estudio publicado el 15 de julio en el European Journal of Archeology los investigadores de Finlandia informaron que lo que empezó en 1968 como un hallazgo arqueológico durante una obra hidráulica se convirtió en una pieza inesperada para entender la compleja relación entre género e identidad, todo gracias a alguien que vivió entre el 1050 y 1300.
La tumba está ubicada en Suontaka Vesitorninmäki, municipio de Hattula, sur de Finlandia. La primera interpretación fue que se trataba del lugar de descanso de una importante guerrera porque la persona estaba vestida con ropa femenina, tenía una espada con joyas incrustadas y le habían dejado broches, pieles y utensilios de valor en su lecho.
Para describir correctamente el escenario los investigadores recurrieron a muestras del suelo, del entorno y a un análisis de ADN con el poco material que pudo recuperar.
“Basados en estos análisis sugerimos una nueva interpretación: la tumba de Suontaka puede haber pertenecido a un individuo aneuploide”, informaron los expertos. Es decir que la persona había nacido con un cromosoma sexual “duplicado” lo que lo hacía XXY (intersexo) en vez de XY (masculino).
“El contexto general de la tumba indica que era una persona respetada cuya identidad de género puede haber sido no binaria“, señalaron.
Un hombre con una copia del cromosoma X, y que por lo tanto es XXY, tiene lo que se conoce hoy en día como Síndrome de Klinefelter, que afecta a 660 personas en todo el mundo.
Entre las características del Síndrome de Klinefelter están la falta de vello facial y corporal, la acumulación de tejido adiposo en el pecho y los bajos niveles de testosterona, que pueden provocar infertilidad.
Quizás una de esas características era evidente en la guerrera de Suontaka y por eso, y a pesar de que técnicamente era un hombre, se vestía como mujer aunque “puede que no se haya sido considerada estrictamente una persona femenina o masculina en la comunidad medieval“, señaló Ulla Moilanen, de la Universidad de Turku, en el sudoeste de Finlandia.
“La abundante colección de objetos enterrados en la tumba es prueba de que la persona no sólo era aceptada sino valorada y respetada. Sin embargo, la biología no determina de manera directa la identidad de género de alguien“, agregó.