Aberrante: promovían el incesto bajo la “Escuela de Yoga de Buenos Aires”

El viernes por la noche fue desbaratada la secta criminal de Villa Crespo que fue investigada por primera vez en 1993 cuando, Juan Percowicz, líder de la organización fue acusado de cargos similares a los que enfrenta ahora: captación de personas para someterlos a explotación sexual y laboral.

De un pequeño departamento donde realizaron las primeras captaciones a tener grandes sedes en la Ciudad de Buenos Aires, contactos con funcionarios del Gobierno Nacional de los años 90, del gobierno de Estados Unidos, sindicalistas y empresarios de alto rango.

La secta tuvo sus inicios en los años 80 cuando era una escuela de filosofía, de yoga y cultura New Age: la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA).

Pablo Salum, un activista antisectas y promotor del proyecto de ley, aseguró que junto con su familia fueron de las primeras personas cooptadas por la organización y él fue el primer niño. Tenía ocho años cuando su madre, por un problema de salud, se acercó al lugar. Dos clientas del negocio que tenía la familia le contaron sobre el lugar y por ello, su mamá, Carmen Graciela Alarcón se dirigió hasta allí. Lo llevó a Pablo, quien era el menor de sus tres hijos.

El accionar de la secta implicaba ir incorporando al resto de la familia porque decían que todos tenían energía negativa y que la única manera de limpiarse era seguir al líder, de lo contrario te podías enfermar o incluso morir.

“Al comienzo era un grupo filosófico y de yoga, nada nos hacia suponer que se convertiría en lo que luego fue. El “maestro” nos daba tareas de arte y literatura para crecer, evolucionar y llegar a ser las personas que salvaríamos el mundo”, detalló Pablo en su cuenta de Twitter.

Fue de esa manera como la familia pasó de residir en Núñez a vivir en un departamento de la organización. Con el tiempo, los integrantes iban “ascendiendo” y tenían personas a cargo. En pocos años llegaron a cooptar a más de 1000 personas. Sin embargo “a medida que iban subiendo en la tabla jerárquica eran obligados a soportar castigos físicos, mentales y sexuales. Los niños veíamos todo”, contó.

Dentro de las “tareas” que les asignaban, estaba “generar dinero” y sumar a más personas. A esto le agregaban el “chacra sexual” que implicaba ir contra todo lo que sabían del afuera.

Con el tiempo comenzó a circular material pornográfico e incluso obligaban a hijos a tener relaciones con sus propios padres a modo de “tareas”. Pablo, que para ese entonces ya era un adolescente, comenzó a darse cuenta de las cosas y pudo huir con la ayuda de su padre.

La causa y absolución
Finalmente en 1993 Percowicz fue acusado de cargos similares a los que enfrenta ahora: captación de personas bajo la fachada de un centro de yoga con la finalidad de someterlos a explotación sexual y laboral.

A lo largo de los años, aquella causa pasó por las manos de tres jueces: Mariano Bergés, quien se excusó luego de que los acusados promovieran su juicio político, Roberto Murature y Julio Corvalán de la Colina. Al final de cuentas, la Justicia consideró que no había méritos para procesar ni sobreseer a los imputados por los delitos de estafa, hurto y abuso de mayores, aunque la causa sigue abierta por reducción a la servidumbre.

En 1999, Corvalán de la Colina admitió como querellantes a los padres de dos alumnas de la Escuela de Yoga, María Verónica Cané (27) y María Valeria Llamas (30). Sin embargo, la causa no avanzó.

Tres años antes, Perowicz fue procesado en otra causa y por otro delito: hurto calificado. En ese entonces, el juez Roberto Murature lo imputó y embargó por $150.000 al considerar que el hombre había desvalijado, junto con su hijo, el departamento de la psicóloga y vicepresidenta de la Fundación, Susana Schiavi, luego de que esta falleciera en un accidente de tránsito.

La detención del líder y la caída de la secta
Tras más de 50 allanamientos en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, en la noche del viernes la policía desbarató la secta criminal. El principal delito al que se dedicaban (o seguían dedicándose) era la trata de personas con reducción a la servidumbre mediante la coerción.

A los cargos de la causa anterior, se sumaron los de lavado de activos, asociación ilícita, ejercicio ilegal de la medicina, expendio irregular de medicamentos y tráficos de influencias.

Ahora, las ganancias obtenidas de la explotación de todas estas personas –“alumnos” de la EYBA y “pacientes” de la clínica denominada “CMI ABASTO”- ingresarían al circuito legal mediante inmobiliarias y una escribanía, que tiene la organización en el país y distintas fundaciones creadas en Estados Unidos, generando con ello además, un flujo constante de divisas extranjeras para dicha organización, siendo su cara pública y legal para la empresa BA GROUP.