Previenen enfermedades: expertos crean bombachas para disfrutar a pleno del sexo oral

Existen 1.000 formas de darle buen uso a nuestra lengua… aunque la frase nos lleve a pensar un montón de escenas eróticas, el plano del placer también es el del cuidado.

Un par de semanas atrás, en Estados Unidos se aprobó la venta de Lorals for Protection: una bombacha que protege de las infecciones de transmisión sexual (ITS) durante el sexo oral. Entre las ITS más frecuentes figuran la sífilis, la gonorrea, la clamidia, el Virus del Papiloma Humano (VPH) y el VIH.

La idea existe desde hace años, pero recién ahora la Administración de Drogas y Alimentos (versión extranjera de la Anmat) brindó su certificación a la empresa pionera. Por su composición (hecha de látex natural), esta ropa interior evita que nuestros fluidos corporales se mezclen durante los toqueteos y roces íntimos.

El producto resulta idéntico a cualquier pieza de lencería y, para una experiencia sensorial completa, el textil sabe a vainilla. La única aclaración es que debe usarse solo una vez. La parte mala se la lleva nuestra billetera, dado que sus modelos rondan en $5.000 (U$S 25). Además, tampoco hay señales de su futura aparición en Argentina.

Responsables

Aunque el ítem quedará pendiente en el carrito de compras, su auge internacional sirve para enfatizar la importancia de cuidarnos. “La mayoría de las parejas hétero nunca emplean métodos de barrera cuando hacen o reciben un beso en zona genital y anal o un cunnilingus. Las prácticas orales, igual que la penetración, conllevan riesgos”, comenta el sexólogo Juan Carlos Seoane.

Para el profesional, este rechazo se debe a una visión errónea sobre el placer. “Muchas pacientes argumentan que deserotiza el momento o que las cosas son demasiado espontáneas en las previas para colocar o sacar un preservativo con cada contacto entre la lengua y los genitales”, detalla.

En el caso de las relaciones estables, aparece el factor de la confianza. Sí, se trata de una sensación hermosa, pero no sirve de profiláctico. “La gente limita su protección a los embarazos no deseados sin pensar que la salud sexual requiere de medidas extras. Un caso común es que la mujer utilice pastillas u métodos hormonales y se descarte el preservativo en el coito”, recalca Seoane.

Cuando la carga de la protección se vuelve desigual ahí empiezan los problemas. “Antes que ceder nuestro bienestar a un novio/a o amante, debemos tomar responsabilidad del propio cuerpo. Es una cuestión interna, de autorrespeto y no tiene nada que ver con pruebas de amor ni fidelidad”, acota.

Soluciones accesibles

Hasta que el acceso a las bombachas se masifique (quedan en pie los chequeos para medir su eficacia), el método de barrera más práctico para el sexo oral es el campo de látex.

“En Europa y Estados Unidos se los consigue rápido en supermercados, sex shops o farmacias. El producto está ausente en la Argentina, no obstante, podemos armarlo en casa a partir de un condón”, indica la sexóloga Gabriela Arrabal.

Basta con desenrollar completamente el preservativo y cortar su aro y punta. Después se realiza un corte vertical a lo largo de su estructura y listo; ya queda una lámina cuadrada.

Al margen del campo de látex, nuestro país carece de opciones (en especial, para la comunidad LGBT+) que permitan protegernos por completo durante las fricciones genitales y el placer oral.

“Este hueco conduce a que algunas parejas que utilizan papel film, guantes cortados o diques de goma para odontología (otros países cuentan con versiones aptas para intimar). Ninguna de las tres alternativas están producidas ni testeadas para incorporarlas continuamente al sexo”, recalca Arrabal.

Fuente: El Liberal