“Si siguen sin escucharnos vamos a seguir sufriendo femicidios”: la pelea de una sobreviviente por encontrar justicia para ella y su amiga

Ana Laura González sobrevivió a la violencia machista. Su amiga Emma Córdoba, no. Eso – dice ella- la motiva a seguir peleando contra una justicia que no la escucha y desde hace cuatro años demora el debate para condenar al hombre que la atacó y asesinó a su amiga, Ariel Báez. Cada 8 de julio, recuerda a Emma con una sonrisa, como haría ella”, y promete no bajar los brazos por ella y por todas las pibas que sufrieron violencia y ya no están.
El 2017, Báez, quien era vecino de Emma, se metió en la casa en que ambas estaban, en Punta Lara, provincia de Buenos Aires, y las sometió. Llevaba un revólver calibre 38. Las ató con cables, las violó e intentó matarlas a golpes con una pala. Cuando creyó que ambas estaban inconscientes prendió fuego una frazada e incendió el lugar. Ana logró escapar y pedir ayuda. Cuando intentaron rescatar a Emma, ya había fallecido.
Ana identificó al Báez como el femicida de Emma y quien había violado y atacado a las dos. El hombre después de prender fuego la casa había robado algunas cosas y antes de irse había encerrado a las chicas con llave. No contaba con que Ana iba a poder soltarse y encontrar la forma de salir de la vivienda. Cuando la policía fue a buscarlo estaba acostado con su hijo recién nacido. Había lavado su ropa ensangrentada y se había puesto un pijama. Dijo que estuvo toda la noche durmiendo pero el lavarropas estaba funcionando y en su casa encontraron las pertenencias de las víctimas. Fue encarcelado y desde entonces está acusado por el femicidio, el intento de femicidio y el ataque sexual. Desde entonces Ana y la familia de Emma pelean para que se lo condene.

Sin justicia no hay duelo

A fines de 2018, Ana fue notificada del comienzo del juicio oral. La fecha impuesta por el Tribunal en lo Criminal Nº 5 de La Plata era mayo de 2021. Debía esperar tres años para obtener justicia. No conforme con ello, realizó una junta de firmas en la plataforma Change.org y logró que se adelantara a agosto del 2020. La pandemia terminó por dilatar un proceso ya enlentecido, 48 horas antes el debate fue suspendido y los jueces prometieron que se retomaría en su fecha original. Cuando llegó mayo de este año, las nuevas restricciones por la segunda ola de coronavirus hicieron que vuelva a interrumpirse y hasta el día de hoy no tiene fecha.

“Ya llevamos muchos años esperando. Es cansador tener que seguir peleando para que hagan lo que tienen que hacer. Tienen lo que necesitan para iniciar el juicio. Me afecta mucho no poder darle un cierre al tema. Si bien, hace un tiempo ya empecé el proceso de duelo por lo que pasé y por la pérdida de mi amiga, todo sigue ahí como en un limbo. Hay algo que todavía no me permite cerrar. Por eso creo que también es importantísimo que tener el juicio y que está a persona tenga la condena que corresponde y poder seguir con mi vida”, explicó Ana.

Por su parte, su abogado Jerónimo Guerrero Iraola, señaló que es razonable la suspensión del juicio por la cuestión epidemiológica pero remarcó que de los cuatro años que pasaron sólo en uno hubo pandemia. “Este proceso tiene la particularidad de que un año después de haberse producido los hechos estaba todo encaminado como para poder llevar adelante el proceso y se demoró, con lo cual la pandemia no hace más que profundizar la falencia que venía con carácter previo”, explicó.

Guerrero Iraola dijo que la demora supone en este caso un revictimización.”Nosotros sostenemos que la justicia se debe abstener de tener este tipo de prácticas revictimizantes y tiene que estar a la altura de las de las circunstancias. Este tipo de procesos tienen una dimensión reparatoria que además tiene una doble fase: una fase individual que es la posibilidad en el caso de Ana de poder dar un cierre y resignificar esa tragedia que le sucedió. Pero también tiene un carácter reparatorio en términos sociales. Es empezar a construir unos estándares en materia de juzgamiento de estos crímenes que empiecen a funcionar como garantía de no repetición”.

Necesidad de una reforma judicial

Ana cuenta que la lucha por lograr una condena para ella y su amiga la cambió: “Me encontré como militante de la causa. En contacto con otras mujeres que pasaron por lo mismo conocí casos peores . La justicia necesita urgente una reforma con perspectiva de género, porque si siguen sin escucharnos vamos a seguir sufriendo más femicidios. Vamos a seguir llorando mujeres”.

Además, piensa que hubiera hecho Emma si era ella la que sobrevivía: “Conociendo quién era y cómo era, se que ella lucharía de la misma manera si hubiera sido al revés. Y creo que es algo que se lo debo a ella, me lo debo a mí y a todas las mujeres que vivimos en esta sociedad tan violenta y tan machista”.

En su camino de reparación personal, Ana retomó sus estudios de nutrición este año, consiguió un trabajo en el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género, y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires y construyó una pareja. Con terapia y apoyo de su familia y amigos decidió ser aceptada como particular damnificada para tener un rol más activo en el debate oral. “En una primera instancia no me sentí preparada para llevar yo adelante todo esto. Creo que fue una decisión acertada. Me parece que necesitaba todo este tiempo de pelea y de sanción interior como para poder hacer esto”, dijo.

“Ana logró transformar todo el dolor en lucha y ha hecho de lo que le sucedió una causa no sólo para obtener justicia en términos individuales, sino también en hacer justicia a la memoria de su amiga. Y además, para que no le pase más a una mujer”, opinó su abogado.

Para Ana y su representante la justicia, como uno de los poderes del Estado, es parte del problema. “La justicia merece darse una revisión y también una reforma estructural que permita que a las personas que atraviesan esta situación tremenda, la posibilidad de dar respuesta rápidas, efectivas y no hacer que estén en una situación indeterminada a lo largo de tantos años”.

Ana confiesa que espera con ansias el inicio del juicio, se siente preparada para enfrentarlo pero es consiente de lo difícil que será pasar por éste. “Yo pienso que estoy preparada pero lo más probable es que llegue el momento y no me siento tan preparado como lo pensé. Pero voy a poner toda la fuerza que se requiera porque necesito por fin darle un cierre a esta historia tan dolorosa”.