El precio de la carne sigue rezagado y el consumo es el menor en más de un siglo
Hasta febrero pasado, los precios de la hacienda venían acompañando el fogonazo inflacionario, pero a partir de ese mes, y pese a que la oferta ganadera ha experimentado desde entonces una fuerte caída, los precios reales del ganado han retrocedido.
En ese comportamiento ha incidido una exportación que tiene pérdidas operativas significativas y un consumo reducido a los mínimos históricos. En un mercado muy volátil, los ganadores de hace pocos meses son los perdedores de hoy y viceversa.
En esta nueva etapa de la economía, y hasta que no cambien nuevamente los precios relativos, aparecen como perdedores los criadores, que sufren en los últimos tres meses una baja significativa en los precios reales de terneros y vacas de refugo, y los exportadores, afectados por los bajos precios que paga China, y por el atraso cambiario.
Aparecen como ganadores los feedlots, que en febrero último perdían 56 mil pesos por animal engordado y en mayo tienen un margen positivo de 80 mil pesos por ciclo.
El menor consumo en más de 100 años
El consumo actual de carne vacuna, unos 44 kilos per cápita anuales, se ubica un 23% por debajo del promedio de los años 2003-2023, y resulta el más bajo desde 1920, cuando se consumían 47 kilos por habitante
La serie de gasto en carne vacuna (calculada en pesos de mayo de 2024) comienza en 2003, con el valor más bajo de la serie, unos $ 214 mil por persona anuales, reflejo de la fuerte recesión provocada por la devaluación de 2002.
Luego va mejorando durante toda la década, hasta tocar el máximo nivel contemporáneo en el 2010, con unos $ 430 mil de gasto anual per cápita en carne vacuna.
Este índice va bajando a lo largo de la década de 2010, hasta tocar en 2019 un piso de $ 266 mil. El gasto se recupera marcadamente a partir de ese piso, hasta tocar $ 382 mil en 2022, reflejando una ingesta baja, pero con precios al mostrador muy altos a moneda constante.
En 2023 vuelve a bajar, y en marzo-abril de 2024 el gasto de los argentinos en carne vacuna cae a sólo $ 264 mil (equivalente anual), un 19% menos que el año anterior y un 40% por debajo del máximo histórico (a moneda constante) logrado en 2010. Ese año fue cuando se dio la combinación de altos salarios reales, con una ingesta alta (57 kilos por persona por año) y un precio para la carne (novillo en pie y carne al mostrador), que se ubicaban entre los más altos de la historia.
El gasto en carne vacuna en las últimas dos décadas muestra una alta correlación con la evolución del salario real y del ingreso de los argentinos. El derrumbe actual del gasto de los consumidores es el resultado de una caída inédita en los niveles de ingesta, combinada con precios al mostrador rezagados en términos reales.
La “disponibilidad” de carne vacuna por habitante, que resulta de dividir la producción anual de carne vacuna por el número de habitantes, tocó un máximo histórico hace un siglo, en 1924, con 190 kilos por habitante y por año.
Aquel año se exportaron 982 mil toneladas y se consumieron 94 kilos por persona: Argentina era muy rica en términos ganaderos.
Ese índice cayó continuamente a lo largo del siglo hasta tocar los 83 kilos disponibles en el 2005, continuando la caída en los años posteriores hasta estabilizarse en los 66-71 kilos en los años 2014-2023.
Hoy ese cociente, considerando una producción anual de 3,05 millones de toneladas y una población de 47 millones de personas, se ubicaría en los 64 kilos per cápita, para distribuir entre consumo y exportación. Exportadas 950 mil toneladas –el boom exportador todavía no está a la vista–, el consumo por persona caería a los 44 kilos, conformando la exportación un 31% de la demanda y el consumo interno el 69% restante.