La atroz muerte de Morena: asesinó y abusó del cuerpo de su hijastra por celos

Un llamado al 911 alertó a la Policía Bonaerense que en una casa sobre la Calle 16 al 100, en la localidad de Lima, partido bonaerense de Zárate, había una adolescente desvanecida que no respiraba. Era Morena Nazareth Lavin Vergara, de 13 años. Los médicos del Sistema de Emergencias Municipal (SEMU) de Zárate intentaron reanimarla, pero no hubo caso: Morena estaba muerta.

Si bien el cuerpo presentaba a simple vista golpes, cortes y quemaduras en varias partes, la primera versión que recibieron los efectivos de parte de su padre y su madrastra es que la joven se autoflagelaba y que cuando le avisaron que se iba a vivir con su mamá supuestamente tomó un cóctel de pastillas para quitarse la vida.

La autopsia despejó cualquier duda. Según el informe forense, Morena tuvo una muerte traumática: había sido golpeada y tenía una hemorragia externa. También se descubrieron lesiones compatibles con una violación.

El fiscal Alberto Gutiérrez, titular de la UFI N°7 de Zárate, ordenó la detención de los dos adultos que estaban a cargo de su cuidado: el papá biológico de Morena, Pablo Lavin, y su pareja, María Ludueña, fueron indagados hoy por los delitos de homicidio agravado por el vínculo y abuso sexual agravado.

Ludueña, aseguran fuentes del caso, reconoció su culpa de forma completa, sin incriminar a su marido. Ante Gutiérrez, aseguró que golpeó a Morena con “un palo”, que luego incendió, luego de que la menor orinara su cama el día de su muerte. También usó el objeto contundente para golpearla en la zona genital. No era la primera vez que lo hacía: Ludueña reconoció que sentía profundos celos de Morena ya que Lavin tenía “un favoritismo” por ella, en vez de la hija que los dos acusados tenían en común. La había azotado en ocasiones anteriores por diversos motivos.

Lavin se limitó a asegurar que no estaba en la casa al momento del crimen. Sin embargo, ante las preguntas de Gutiérrez, admitió que su mujer le reconoció el crimen y que reconoció que le introdujo “el palo” a Morena en sus zonas íntimas.

Ambos, aseguran las mismas fuentes, quedarán detenidos. Las heridas que Morena tenía en su cuerpo son compatibles con el relato de Ludueña.

También, el colchón de Morena fue incautado ayer en la casa familiar luego de que un test de luminol detectara la presencia de “fluidos de origen humano”. El colchón será analizado en La Plata por Policía Científica.

Qué son exactamente esos fluidos es de sumo interés para la causa, de cara al abuso que Morena sufrió antes de ser asesinada.

La calificación del caso es al menos extensa: “Homicidio calificado por el vínculo, por ser progenitor y guardadora respectivamente, y ser garantes de la vida de la víctima, por alevosía, por ser causado por un hombre a una mujer mediando violencia de género y por producir acceso carnal por vía anal y vaginal mediante el uso de objetos o partes del cuerpo que ha realizado un ascendiente y guardador, realizado por dos personas contra una menor de 18 años de edad, aprovechándose de la situación de convivencia preexistente con la misma, de lo cual resultó la muerte de la persona ofendida, en concurso ideal”.

La situación familiar de Morena era muy conflictiva. Su mamá, gravemente enferma, no había podido hacerse cargo de ella, por lo que la tenencia había quedado desde el año pasado a cargo de su papá, ahora detenido por el crimen. En esa casa, según el relato de otros parientes, vivían además de Morena y los dos sospechosos, otras dos menores: R., de 16, y A., de 5, sus hermanastras.

Según explican desde su familia, Lavin había formado pareja hace ya varios años con Ludueña y había decidido cortar lazos no solo con sus hijos sino con toda la familia de sus mujeres anteriores.