La madre de Fernando Báez Sosa se quebró en el juicio: “Cuando entré a la morgue su cabeza estaba destrozada”

Tras el rechazo del Tribunal de dos pedidos de nulidad solicitados por la defensa de los rugbiers, comenzó la ronda de declaraciones por el asesinato de Fernando Báez Sosa. Los primeros en declarar son sus padres, Graciela y Silvio. Por el tribunal pasarán más de 130 testigos durante todo el mes de enero.

A continuación, las principales declaraciones: 

Graciela Báez Sosa recordó la noche en que se enteró cuando mataron a su hijo: “Lo tiraron al piso y lo mataron, le reventaron la cabeza”, declaró totalmente quebrada por el llanto y ante la atenta mirada del Tribunal Oral 1 de Dolores, consignó NA.

También rememoró el fatídico día en que la llamaron para notificarle que algo había pasado con Fernando, quien había ido a Villa Gesell por segundo año consecutivo a vacacionar con sus amigos. Una mamá de una compañero de colegio de su hijo preguntándole “¿Te enteraste lo qué pasó? Lo llevaron en una ambulancia”.

“Ese día el mundo se detuvo para mí, no soy la misma de antes, y mi hijo era un chico feliz, no tenía enemigos y siempre predispuesto a ayudar a la gente”, declaró entre lagrimas Graciela.

“Cuando entre en la morgue el cuerpo de Fer estaba todo destrozado, su cabeza destrozada, quise abrazarlo. No puedo creerlo hasta hoy y yo lo sigo esperando”, dijo la madre del joven asesinado y agregó: “Estoy muerta en vida, nada tiene sentido para nosotros”. Por último, cerró: “Estuvimos en navidad los dos solos con Silvino (papá de Fernando), no había nada para festejar en la casa”.

Graciela comenzó su testimonio con el recuerdo de cuando llegó a Argentina en 1995 y conoció a su actual esposo, Silvino. En todo momento declaró muy quebrada, sobre todo cuando se refirió a la madrugada en que mataron a su hijo. Incluso, preocupó a la presidenta del Tribunal, Claudia Castro, quien le preguntó si se sentía bien y necesitaba un receso para proseguir.

“Éramos siempre los tres juntos, éramos inseparables, éramos una familia feliz, humilde que tratamos de inculcar los mejores valores a nuestro hijo”, comentó Graciela sobre Fernando, que había ingresado tras dar los exámenes a la carrera de abogacía.

Sobre la madrugada del 19 de enero de 2020 recordó que sonó el teléfono, ella atendió y primero una mamá de un compañero de su hijo la había puesto en alerta sobre que algo había pasado con él. A los pocos minutos Graciela levantó a su esposo, y le dijo que tenían que ir inmediatamente a Villa Gesell porque Fernando había tenido un accidente.

Pero “cinco minutos más tarde”, un comisario la llamó a Graciela, y ella le pasó el teléfono a su esposo. Cuando éste cortó, le dijo: “Fernando murió”. “No tuvieron piedad, era un ser humano, me duele tanto lo que le hicieron, le llamaban negro. Me quedé sin nada”, aseguró Graciela, quien cuestionó “cómo puede un ser humano discriminar de esa manera” al haberlo matado. La querella había acusado por homicidio por odio racial lo que no prosperó en la acusación fiscal.

“Quiero justicia por mi hijo, somos huérfanos por siempre, Fernando está encerrado en un ataúd y no lo voy a recuperar nunca, quiero tener un poco de paz en mi corazón”, dijo en llanto: “si tienen hijos cierren los ojos y pónganse en mi lugar”, le dirigió a los miembros del Tribunal.  Fernando “era un chico bueno, no tenía enemigos, antes de viajar le había dicho mi amor cuídate”.