Rosario: los gendarmes patrullan por primera vez dentro del barrio amenazado por los narcos

Después de que el barrio Los Pumitas quedara envuelto en un caos durante tres días, fruto de la violencia narco, que derivó en que los vecinos saquearan cinco búnkeres tras el crimen de Máximo Gerez, de 11 años, efectivos de Gendarmería arribaron a una de las zonas más calientes de Rosario, luego de que el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, anunciara el nuevo “desembarco” de 300 gendarmes y 100 agentes de la Policía Federal.

Fernández le había prometido a Julio Gerez, padre del chico asesinado, que los gendarmes patrullarán esa zona, donde los vecinos de la comunidad Qom están todos amenazados por los narcos del barrio, los llamados Salteños. El encuentro con los familiares de la víctima se produjo en el comando móvil 7 de la Gendarmería, donde Fernández protagonizó otra vez un cruce con periodistas que cuestionaron la demora en el envío de los efectivos.

Antes de que arribaran los gendarmes al barrio se produjo un nuevo ataque, que aunque no tuvo víctimas, encendió la preocupación y el miedo entre los vecinos. Los familiares de Maxi realizaron el martes al anochecer una protesta en Génova y Ottone, a tres cuadras de donde mataron al chico. Cuando volvieron, cerca de las 22, dos jóvenes en moto pasaron por el barrio y dispararon contra una casa de uno de los familiares de Gerez. Al mismo tiempo a los vecinos les empezaron a llegar mensajes de Whatsapp de que si no devolvían lo que habían saqueado, el lunes pasado en la pueblada, los “matarían a todos”.

Lo que ocurrió después fue un escena surrealista. Porque los vecinos comenzaron a peregrinar hasta la casa de la pareja de Villazón, el narco, que era el único lugar con custodia policial, con las cosas que habían sacado durante la destrucción de los cinco búnkeres. Amontonaron ropa, electrodomésticos, hasta un inodoro, frente a la casa de Villazón y luego volvieron a sus casas. Horas antes también habían recibido un video en el que se veía a un joven que los instaba con varias pistolas 9 mm que mostraba a devolver lo “robado”.

Por eso, antes de que arriban los gendarmes, ya había en el barrio efectivos de la Tropa de Operaciones Especiales, agentes de la fuerza de elite de Santa Fe, que custodiaban las casas de los familiares de Gerez.

Los vecinos estaban derrumbados por todo lo que había sucedido durante las últimas horas: el crimen de Máximo Gerez, los saqueos a los búnkeres y luego las amenazas y los tiros. “De acá no vamos a salir vivos”, admite Lorenzo, un joven de 21 años, que es primo de la víctima. Algunas familias piensan irse del barrio. Es el éxodo habitual que se produce en las zonas donde el narco impone su ley y sus métodos.

Nadie entiende porqué los gendarmes no llegaron antes. Esa zona estaba asignada en los patrullajes que se disponen en la mesa de coordinación con la policía. En realidad, los efectivos federales estaban cerca de allí, en el club El Refuerzo. “No se entiende lo que pasa. Los gendarmes están encerrados en un club a pocas cuadras de acá y no patrullan. No salen. No sabemos si tienen miedo o cumplen órdenes de no hacer nada”, planteó Raquel Gorostiza, una vecina que vive en Empalme Graneros desde que nació.

La crítica de la vecina es la misma que hace desde hace tiempo el intendente de Rosario, Pablo Javkin, algo que se lo planteó al comandante Ricardo Castillo, que hasta la semana pasada estaba a cargo del operativo en Rosario. “Es increíble lo que ocurre. Los gendarmes que llegan no tienen móviles para patrullar. Muchas veces los policías federales los llevan como si fueran remiseros”, agregó una alta fuente del gobierno de Santa Fe.

Desde el año pasado, los efectivos de gendarmería tienen asignados los patrullajes en los barrios más violentos, en el oeste y sur de Rosario, como Empalme Graneros, Ludueña, y La Tablada, Vía Honda y Las Flores. El problema es que como no tienen móviles no patrullan de noche. La mayoría de los crímenes y balaceras son de madrugada. “Es sentido común”, agrega un funcionario del municipio.

“Hoy completamos 1.400 agentes federales en Rosario pero, como dijo el gobernador (Omar Perotti), si tenemos 10 mil agentes y no tienen logística y tampoco se intervienen los teléfonos en las cárceles y no trabajamos en el lavado de dinero, no vamos a resolver nada”, afirmó Javkin.

Por ejemplo, en Empalme Graneros, donde se produjo el ataque narco que provocó la muerte de Máximo Gerez, los gendarmes patrullan sólo en la calle principal, en Génova, que atraviesa todo el barrio. Los hechos violentos ocurren dentro, en las calles internas.

Por eso cuando los gendarmes arribaron al barrio Los Pumitas los vecinos decían que era la primera vez que veían a un gendarme en ese territorio. Las críticas al accionar de las fuerzas federales las vienen planteando tanto el gobernador Omar Perotti como el intendente, pero Aníbal Fernández, según ellos, les responde con datos concretos y cifras de operativos y detenciones.

El problema es cuando se profundiza en esos datos. La mayoría de las detenciones son por tenencia de estupefacientes, indicaron fuentes de la justicia federal, que señalaron que desde que se incrementó el número de gendarmes y policías federales no aumentaron las causas por narcotráfico.