Se afianza la alianza Cristina-Massa, esperando la candidatura de Macri

Por Ricardo Kirschbaum, en el diario Clarín
Para alguien como Cristina, elogiar a los demás es una rareza. Mucho más si el dirigente al que va dirigida la lisonja pertenece al peronismo y ha sido quien le propinó el mazazo definitivo a su proyecto de reelección indefinida, allá lejos y hace tiempo. Por eso, la homeopática mención positiva sobre Sergio Massa adquiere importancia en el contexto en el que se realizó, frente un auditorio que espera de la vicepresidenta alguna esperanza en medio de tanta desazón.

“El ministro de Economía está haciendo un gran esfuerzo administrando las consecuencias de lo que pasó”, dijo Cristina. Ella quiere que todos se remitan inmediatamente a Mauricio Macri, a quien creen que van a enfrentar en 2023, porque en el juego político quieren esconder, al mismo tiempo, todo lo que pasó con el derrumbe económico de Martín Guzmán y la brevísima Batakis.

Otra vez el juego es respaldar sin comprometerse. Y lo que Cristina parece agradecerle a Massa es que haya aceptado saltar a la cancha económica y, hasta ahora, haber evitado una crisis terminal en un gobierno en el que la vicepresidenta y el Presidente hace demasiado tiempo que han dejado de hablarse. Ella aclaró además que su elección por Alberto Fernández se explica exclusivamente como una maniobra para impedir que Macri pudiera ser reelecto. Con esto Cristina parece decir que allí terminó su tarea. De los errores posteriores, que se haga cargo Fernández.

Todos saben que es un pase de magia para eludir las consecuencias del deterioro del gobierno. Su militancia acrítica prefiere creer en esos peces de colores y ella se debe a su papel de gran relatora que acomoda la historia como le conviene. Sus críticas actuales a Domingo Cavallo y a Menem, por ejemplo, no se compadecen con los elogios anteriores a los mismos personajes.

El punto es que Cristina con el módico elogio a Massa está reconociendo que el ministro debe moverse en un campo minado, reduciendo el déficit, que significa ajustar, y cumplir las metas con el Fondo Monetario Internacional. Algo más: el actual gobierno solo muestra algún signo vital cuando Massa hace algún anuncio. ¿Qué hubiera pasado, se pregunta el kirchnerismo, si el jefe del Frente Renovador se quedaba en Diputados? La respuesta que solo se escucha en off: no habría ya gobierno.

El núcleo central del respaldo cristinista a Massa es ese, aunque lo presentan cubierto por un follaje de palabras, autoelogios, y deformaciones históricas. Por ejemplo, el acuerdo democrático de 1983, mentado por la vicepresidenta, cuando en verdad ocurrió lo contrario: el peronismo apoyó cada uno de los 12 paros generales que la CGT le hizo a Raúl Alfonsín, esa figura de la que todos quieren ahora incluir en su fotografía. Cierto es, sin embargo, que frente a las rebeliones militares que hubo en ese tiempo, dirigentes peronistas como Antonio Cafiero, Grosso, De la Sota y Manzano (antes de que se convirtiera en empresario) apoyaron al presidente radical.

Otro punto es que el triunfo de Lula en Brasil ha despertado entusiasmos en el kirchnerismo, esperando que ese resultado los ayude aquí el año próximo. También debieran tomar nota que Jair Bolsonaro perdió las elecciones con una tasa de inflación del 7 por ciento anual. Esto muestra, en primer lugar, que los oficialismos en cualquier lugar están siendo derrotados. En segundo término, en una elección juegan otros factores emocionales, además de los índices económicos, que son también muy influyentes en el ánimo colectivo.

Por eso, la hipótesis de que una baja sensible de la inflación abriría las puertas para una candidatura de Massa hay que tomarla con pinzas, pero cada vez se menea con mayor frecuencia en el fragmentado oficialismo.

Corriendo contra reloj, el kirchnerismo, con el apoyo de algunos gobernadores, entre ellos Schiaretti, empujan la suspensión de las PASO, hasta ahora con poco éxito. El tiempo se les acaba cuando expiren las sesiones ordinarias del Congreso: hasta entonces tienen tiempo de conseguir crear una mayoría.

Si las PASO se mantienen, la oposición tendrá una fórmula racional para definir sus candidaturas. La posibilidad de que Macri sea candidato comienza a examinarse con seriedad, aunque tanto Larreta como Bullrich y Manes continúan sosteniendo sus ambiciones.

Las encuestas, dicen, están mostrando que el voto duro contra el gobierno está reclamando un jefe y esa condición solo la cumple el ex Presidente, agregan quienes tienen una compulsa semanal con el estado de ánimo de la sociedad. Si así fuera, el resto de candidatos potenciales solo estarían manteniéndose para que evitar que la capitulación no sea incondicional.

Esa interpretación, sin embargo, se contradice con actitudes y conductas tanto de Rodríguez Larreta como de Bullrich y del radical Manes que son absolutamente contrarias a levantar la bandera blanca frente a la hipotética candidatura de Macri.