Los tres puntos críticos de la pandemia de coronavirus en la Argentina: reactivos, respiradores y el recurso humano

¿Faltan reactivos? ¿Son suficientes los respiradores? ¿El miedo generó ausentismo entre los prestadores de servicios de salud? Son algunas de las preguntas que enfrentan a diario quienes deben coordinar el trabajo a realizar en la Argentina para frenar el avance de la pandemia de coronavirus -lo que ya es un hecho- para, en el mejor de los escenarios, poder amesetar la circulación del virus y darle soporte a quienes se contagien.

Está comprobado, por lo ocurrido en países como España e Italia, que la mortalidad aumenta cuando no se pueden atender a los pacientes; cuando los sistemas de salud colapsan ya sea por falta de identificación de los casos, por mala clasificación de los mismos, por errar el lugar y los tiempos de las cuarentenas y por otros factores que los responsables en la Argentina dicen ya haber tomado nota y aprendido de esos países para no replicar las malas prácticas que solo llevaron a que la curva sea ascendente en cantidad de contagiados y de muertes.

La gran clave está en dos insumos vitales: reactivos y respiradores. Ambos con capacidad limitada por falta de disponibilidad y fabricación local. Ambos, además, son solicitados por grandes potencias mundiales donde el poderío político y los recursos económicos no son un problema como sí sucede en la Argentina.

El virus lleva en la historia de la humanidad apenas 76 días y fue Alemania el primer país en producir reactivos a escala y venderlos a otras naciones. La primera gran entrega a nivel mundial la realizó la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la Argentina llegó una única tanda de 3.000 reactivos que fueron los utilizados hasta la fecha por el Malbrán.

A los pocos días de haberlos recibido ya se sabía que no iban a ser suficientes. Fue entonces cuando se ordenó la compra de 52.500 reactivos más. Esos no están todos en el país. La primera entrega fue de 7.500 el viernes pasado y se espera que siga llegando esa misma cantidad durante los próximos viernes.

También están en el mercado unos fabricados por el laboratorio Roche que ingresaron al país de manera experimental, y luego de algunas quejas del Ministerio de Salud que llevaron a que los mismos sean testeados y aprobados para garantizar que eran de utilidad, se sumaron al stock nacional de reactivos actualmente en 65.570 unidades.

Desde el viernes pasado los mismos están descentralizados en 6 laboratorios del país: Buenos Aires, Córdoba, Chaco, Santa Fe, Rosario y Tierra del Fuego. Se estima que en un mes aproximadamente estará funcionando un laboratorio en cada una de las provincias.

Entre los reactivos privados también están los que detectan el anticuerpo en lugar del virus. El problema de ellos es que un infectado puede demorar hasta 6 días en desarrollar el anticuerpo, con lo cual es muy alta la cifra de falsos negativos que pueden llegar a arrojar. A diferencia del que detecta el virus que en 8 horas puede determinar si una persona está infectada.

Los reactivos se utilizan luego de haber descartado en cada paciente influenza A y B, para lo cual se emplean otros reactivos. Se hace de esta manera porque así lo indica el protocolo de la OMS ya que de esos reactivos aseguran que hay en cantidad y porque se requiere llevar adelante también esas estadísticas. Sin embargo, no descartan que ese protocolo pueda a llegar a modificarse con el correr de los días.

¿Cómo es el circuito para determinar un caso positivo?

Las recepciones de las muestras se hacen los 7 días de la semana las 24 horas en 3 estaciones de recepción diferentes. De ahí son 4 robots los que extraen el ADN viral para conocer la información genética del mismo. Ahí se cargan los datos y se aplica el reactivo para en las 2 horas siguientes poder determinar el caso. Los que dan positivos requieren de una segunda instancia, es decir, de la utilización de otro reactivo. Todo este proceso es el que demora 8 horas aproximadamente.

Desde el Malbrán aseguraron a Infobae que “lo que llega se procesa en el día. Se están llevando adelante entre 295 y 300 muestras diarias que son todas las que llegan, no queda ninguna sin ser analizada”. Si bien desde el instituto no quieren dar cifras precisas sobre cuál es la verdadera capacidad diaria de poder analizar casos sospechosos, este medio pudo saber que en otras pandemias se realizaron hasta 800 muestras diarias.

Para que la descentralización sea tal falta aún sumar al sistema de laboratorios que se están montando en el interior del país: 25 equipos de procesamiento y 25 cabinas de seguridad biológica para quienes manipulan las muestras.

¿Qué pasa con los respiradores?

La situación es crítica en las principales potencias del mundo y la Argentina no es ajena a eso. Existen solo 3 fábricas en el país -dos en Córdoba y otra la provincia de Buenos Aires- que son capaces de producir a escala los respiradores necesarios. A uno de ellos, el Estado lo financió y le compró toda la producción frente a los pedidos particulares que la fábrica había comenzado a recibir para montar los mismos en domicilios de quienes económicamente pueden enfrentar ese gasto millonario ante eventuales internaciones domiciliarias.

Se estima que en el país, entre prestadores públicos y privados, existen cerca de 9.000 respiradores pero casi el 80% de ellos están ocupados por pacientes que no tienen coronavirus. Es por eso que se solicitó la suspensión de todo tipo de cirugía que no sea de vida o muerte. El respirador no está solo, es parte de una cama en unidad de terapia intensiva y las mismas en la actualidad están ocupadas por quienes se realizaron, por ejemplo, cirugías estéticas.

A esos 9.000 respiradores se espera sumar otros 1.000 en el transcurso de un mes. Pero el problema de la fabricación radica en una plaqueta que tienen que es importada desde los Estados Unidos. Si bien no se dejó de vender la idea es tratar de suplirla a nivel nacional para no depender de otros. Ya se hizo un ensayo entre privados junto a técnicos de Toyota y lograron reproducirla. Faltan algunas pruebas que si resultan satisfactorias podrían dar una solución nacional.

Otro recurso para sumar respiradores fue la carta que el presidente Alberto Fernández le envió a su par chino para que le haga llegar cerca de 1.500 aparatos que se supone ese país tiene en desuso a raíz de que la ola del virus ya pasó en ese Estado.

El temor de los que atienden

El último, y no menor, punto crítico son los recursos humanos. Si bien hay cantidad de médicos y enfermeras para atender al sistema de salud vigente, el factor del miedo también fue clave en ellos. Muchos médicos y enfermeros mayores de 60 años se auto exceptuaron, otros tantos argumentaron padecer enfermedades preexistentes y otros tantos simplemente tuvieron miedo y dejaron de ir a trabajar.

Hubo dos ejemplos puntuales: un reconocido hospital que atiende a menores donde el 30% de la planta se ausentó y uno de los laboratorios nuevos que el Malbrán abrió en Chaco al que no pudo poner en funcionamiento por falta de gente dispuesta a trabajar en él.

Fue entonces que se decidió redactar el DNU con un reconocimiento económico para quienes sí están prestando servicio y no se descarta convocar a estudiantes y residentes.

Quienes le llevaron este planteo al ministro de Salud, Ginés González García, lo escucharon decir: “Yo soy de la época donde la nuestra era una tarea épica e intento dar el ejemplo con mi disposición plena y física ante esta situación pero parece que no alcanza”, se lamentó el funcionario antes los prestadores de salud. En otra de las reuniones de evaluación se escuchó decir a un alto funcionario: “Nos van juzgar por el número de muertos y no por los de la economía”.

Fuente: Infobae