Se vienen las PASO: ¿Impactará en las urnas el “voto bolsillo” y la situación económica?

El radicalismo perdió en medio de la hiperinflación en 1989, el peronismo dejó el poder en 1999 en un entorno recesivo y con alto desempleo y Mauricio Macri no consiguió la reelección en medio de un deterioro cambiario y pérdida del poder adquisitivo en un entorno de inflación acelerada.

El gobierno de Alberto Fernández concentra una mezcla de todas aquellas descripciones. Una altísima inflación que se viene acelerando a lo largo de 2023, caída de salarios y alarmante pérdida de reservas. La situación social también alarma: el índice de pobreza rozó 39% en el primer trimestre pero lo más probable es que ya haya superado con amplitud el 40% por el fuerte aumento de la canasta básica en los meses subsiguientes.

Dejando de lado factores ideológicos, si el bolsillo sigue pesando a la hora de elegir candidatos, Sergio Massa la tiene muy difícil. El ministro de Economía va a esta altura en búsqueda de una epopeya: llevarse un triunfo electoral en medio de condiciones económicas, financieras y sociales sumamente adversas.

Núcleo duro

Massa tiene a favor un núcleo duro de votantes kirchneristas y representa al peronismo unificado, salvo por la candidatura de Juan Schiaretti. Además, los oficialismos siempre se las ingenian para retener una relativamente sólida base electoral. Le pasó al propio Macri en 2019, cuando llegó al 41% y también al radical Eduardo Angeloz en 1989, cuando en medio de la crisis igual logró llegar a un 37 por ciento. Por lo tanto, no debería sorprender que Unión por la Patria supere con cierta comodidad el 30% en la PASO.

Sin embargo, los indicadores no son los que esperaba el ministro de Economía. Puesto de otro modo, le fue relativamente bien en sus primeros meses de gestión. El dólar estuvo relativamente tranquilo en los últimos meses del año pasado, la inflación incluso llegó a perforar el 6% mensual, la actividad anduvo mejor de lo esperado y hasta se acumularon reservas en el Central. Esto le ayudó a afianzar su relación con el FMI, al lograr cumplir todas las metas que se establecieron para diciembre del año pasado.

Sin embargo, aquella mayor estabilidad tras la tumultuosa salida de Martín Guzmán no pudo ser sostenida en el tiempo. La situación fue empeorando con el paso de los meses y el pozo es aún mayor en el segundo semestre: la falta de dólares se hace sentir en la brutal caída de reservas y la caída de la actividad económica, junto a una persistente presión cambiaria, esperable ante la incertidumbre que generan las PASO.

Agosto muestra una profundización de estas tendencias. La inflación del mes ya se proyecta arriba del 8% e incluso podría superar el 8,4% registrado en abril, récord para un mes en más de 30 años. La firmeza del tipo de cambio (el contado con liquidación tocó el viernes los $580), pero sobre todo el fuerte aumento de 20% del precio de la carne tras la implementación de la cuarta versión del dólar agro, tendrán un fuerte impacto en el índice de precios.

Conejos de la galera

Los recientes “conejos de la galera” a los que recurrió Massa para pagarle al FMI no estuvieron exentos de polémica. Por un lado, se evitó la crisis que hubiera generado un impago con el organismo multilateral. Pero por otra parte, no hizo más que desnudar la situación de extrema fragilidad de las reservas. Sin estos préstamos puente de laCorporación Andina de Fomento, ahora también de Qatar y la utilización del swap con China, para el Central hubiera sido imposible afrontar con recursos propios los USD 3.200 millones que vencían. La situación de reservas líquidas se encuentra ya en un nivel desesperante.

En el Ministerio de Economía dan por descontado que el directorio del FMI aprobará el desembolso comprometido de USD 7.500 millones, lo que llevaría al menos un alivio temporal a las reservas. El Central ahora pudo terminar con saldo positivo en las dos últimas semanas por la última versión del dólar agro. Pero una vez que termine este programa, a fin de agosto, la oferta de divisas volverá a caer a niveles mínimos. Esto obligaría al Central a volver a vender parte las escasas reservas que le quedan y al mismo tiempo continuar con el endurecimiento del cepo cambiario.

PASO y después

Por eso, hay especulaciones de todo tipo sobre las futuras medidas que tendrá que tomar el Gobierno luego de las PASO para cumplir con las dos metas renegociadas con el FMI: un déficit fiscal primario de 1,9% y sobre todo la acumulación de reservas netas a más de USD 10.000 millones hasta fin de año. Esto último luce altamente improbable.

Descartada la posibilidad de una devaluación brusca por parte de Massa, lo que sí se nota es una aceleración en el ritmo de ajuste del tipo de cambio oficial. Sin embargo, teniendo en cuenta que también la inflación está ganando ritmo este mes, se trataría simplemente de no acentuar el atraso en términos reales. La consultora Invecq resaltó que “en la última semana, el BCRA aceleró el ritmo de crawling peg a una tasa efectiva de 8,5%, contra un ritmo de 6,8% en julio”.

Fernando Marull, por su parte, especula cuáles pueden ser las próximas medidas post-Paso, descartada la posibilidad de un salto devaluatorio. En el menú aparecen más impuesto PAIS a las importaciones (arrancó en el 7,5% pero podría subir hasta el 30%), un nuevo dólar agro, pero apuntando a la soja en septiembre, junto a más restricciones a las importaciones para cuidar los dólares.

Sin embargo, queda la duda sobre lo que piensa hacer Massa tras las PASO. De quedar con posibilidades para pelear la presidencia, ¿es esperable que acentúe el ajuste justo antes de las presidenciales? No habría que descartar lo contrario: que busque quemar los cartuchos con un nuevo “Plan Platita” y vuelque más pesos al mercado para alentar el consumo y al mismo tiempo acelere el uso de reservas para sostener la actividad. Esto pondría en peligro el futuro desembolso del FMI en noviembre, con el agravante de seguir aumentando los desequilibrios financieros que deberá enfrentar el Gobierno que asuma el 10 de diciembre.